Viajeros

Citas literarias

"Hay algo en la austera presencia de este paisaje español que hiere el alma con un sentimiento cercano a lo sublime."


Washington Irving

"El otro mundo sobre el que Ronda mira es muy diferente... mucho más viejo, un mundo que cambia más lentamente, del cual Ronda (lo quiera o no) es el punto focal. Es el mundo de las sierras, de los pequeños pueblos y grandes aldeas, con una melodía árabe en sus nombres..."


Alastair Boyd

"El anhelo de los paraísos terrestres es un sueño atávico que todos podemos acariciar, situarlo más acá o más allá del mundo... Y siempre ha sido achaque común a gente soñadora el recrear su fantasía en los días de otra época imposible ya. Y aquí los viajeros románticos encontraron una salvaje libertad vital, cosa desconocida en sus países originarios, aferrados entre las garras de una civilización burguesa."


Luis Cernuda

"El sol doraba sólo las lejanas montañas; había sombras gigantescas, y vapores azules fluctuaban sobre las cimas cercanas; subíamos de nuevo, subíamos sin cesar, hubiérase dicho que fuéramos a escalar hasta el cielo. Jamás olvidaré aquellos panoramas que, por desgracia, nunca podré a describir. Sobrevolaba las cumbres de las montañas, que se me antojaban olas de un océano inconmensurable, subiendo y bajando, cual si el horizonte fuera infinito. Nubes blancas y ligeras ciñeron algunos picos a manera de aureolas; otros picos se alzaban hasta los cielos, inundados por el sol. (...) Cabalgaba alegremente por senderos imposibles, por escaleras de piedras caedizas y suspendidas sobre precipicios tan vaporosos como bellos, pues en sus flancos se asientan pueblos, naranjos y cultivos bien cuidados. (...) ¡Ay qué espectáculo! ¡Qué viaje! ¡Qué canto de reconocimiento y amor hay que enviar hacia el Creador!".


Juliette de Robersart

"La luz grisácea del crepúsculo dio paso a las tinieblas de la noche. Tras rodeos inacabables, finalmente, nos vimos hollando las cumbres de la montaña. Con gran contento nuestro, enseguida se mostraron las primeras, indecisas, luces del pueblo. Mientras avanzábamos por las calles risueñas, nos daba tiempo de contemplar a los lugareños sentados a las puertas de las viviendas, respirando abiertamente el aire placentero del anochecer. De algunos rincones salía el sonido de guitarras y castañuelas. Al paso de nuestros animales, todo el mundo suspendió lo que estaba haciendo para, desde puertas, balcones y ventanas comer con la mirada a los extranjeros que llegaban."


Anónimo, 1831

"No era muy tarde cuando nos retiramos a descansar. La luna estaba ya sobre Zahara. La indecisa silueta del castillo y sus torres grises parecían descansar sobre la pesada niebla que se cernía sobre la población y nuestra venta. Toda la caravana de arrieros y ganaderos que iba de camino de Ronda, estaba con su ganado yaciendo en medio de él, dormidos en grupos, en campo abierto, delante de la venta. No muy lejos, se oía el murmullo del río, mientras que la humedad del aire trtaía en volandas el perfume de las madreselvas. A pesar de la luna y de la fragancia de las flores, necesitábamos dormir, así que extendimos en la pequeña habitación nuestras capas sobre unas tablas y rodeados de toreros por todos lados, nos dispusimos a dormir",


Seven Teackle Wallis. 1847

"Precipicios inminentes se levantaban sobre mí, dentados y amenazantes. Las rocas se apilaban unas obre otras, confusamente, como si los mitológicos titanes hubieran intentado escalar los cielos por aquí. Entre la ciudad y mi persona, aparecía el tremendo abismo, cuyos temores se hacían más profundos bajo los tímidos rayos de sol. El aliento de la montaña, alimentado durante el día con las incontables flores silvestres, cargaban el aire con su perfume. Feliz, pensaba yo, el hombre que puede contemplar tales escenas, que puede oir tales sonidos del agua, que puede inhalar tales dulzuras."

Charles W. March

Los Viajeros Románticos

Buscadores de emociones, para aquellos “turistas” decimonónicos nuestros paisajes y nuestros pueblos con resonancias musulmanas ofrecían un gran atractivo.


Gibraltar era destino de llegada a España de muchos de ellos, europeos (ingleses, franceses, belgas, alemanes…) y americanos, y si no, en muchos casos, ciudad obligada a visitar. Sin olvidar a la propia guarnición de Gibraltar, que hacían este recorrido con gran asiduidad, ávidos de salir de las reducidas dimensiones de la propia colonia y desprenderse de ataduras y la disciplina militar. Desde allí, todos, atravesaban la serranía rondeña con prolongación posterior hacia Granada, Córdoba, Sevilla y Málaga. España se puso de moda en el mundo, y aquí el turismo comenzó a abrirse paso.

El recorrido desde la Roca, tenía tres puntos de paso fijos: Gibraltar, Gaucín y Ronda, aunque la ruta para llegar a estos dos últimos podía variar en función del guía, de los arrieros y del viajero, y las necesidades o preferencias de unos u otros a tomar una ruta determinada. Por tanto no se entienda, pues, que hay un Camino Inglés como tal, sino rutas o alternativas diferentes para atravesar la Serranía hasta Ronda. Como nos dice nuestro insigne Antonio Garrido: “…la exploración de caminos desconocidos, el descubrimiento de nuevas rutas y el afán de superación, acabaron por crear una especie de reto encubierto en el que participaban visitantes de todas las nacionalidades. Y cuando ya, prácticamente, no quedaban terrenos por pisar, el desafío se mantendría sobre la regla de comprobar quién recorrería el camino más accidentado en menos horas, o lo que es decir, permanecería más tiempo a caballo.” Y Gaucín siempre fue para los viajeros uno de los más propagados símbolos románticos andaluces, su visita era siempre inexcusable. Generalmente se salía desde Gibraltar al amanecer, para llegar a Gaucín a media tarde; hacer noche y continuar el día después para llegar a Ronda hacia las dos o las tres de la tarde. Aunque para las mujeres se hacían en tres días. Y se cuenta que los militares ingleses, sin bajarse del caballo, lo hacían en una sola jornada.

Se trataba de un camino lleno de penalidades, a veces, y mucho riesgo, no faltaban los bandidos, que contaban con algún que otro desfiladero o hendedura desde donde poder atacar al viajero, como ejemplos el paso de la “Boca del León”, “primer foco de los bandidos andaluces y escenario de las hazañas de José Mª El Tempranillo” o la “Fuente de Piedra” que se hallaba cerca del Puerto de Encinas Borrachas, a unos diez kilómetros de Ronda, después de pasar Atajate.  Por otro lado, paradójicamente también, el estatus de Gibraltar como colonia, debido a varios factores, favoreció la gran afluencia de viajeros que partían desde allí y atravesaban la serranía rondeña. La Roca, en el siglo XIX, era un negocio ruinoso para el imperio británico, su posesión sólo se entendía por las ventajas militares que proporcionaba su estratégica posición como llave del Estrecho, a esto había que sumar las cuantiosas ganancias derivadas de la exportación de los géneros ingleses que entraban a España a través del contrabando –a este camino hacia el interior se le denominaba también “Ruta del Contrabando”– así como al gran número de oficiales de la guarnición de los que parten también muchos de los relatos de viajes, que eran recibidos con complacencia y ánimo desprendido por habernos ayudado en el reciente conflicto con los franceses. Todo esto supuso un modo de subsistencia para la zona por las ventajas que les reportaba el comercio y la relación con los vecinos de uno y otro lado, a los que poco les importaba los títulos de propiedad: comerciantes, artesanos, contrabandistas, mercaderes, neveros, agricultores, ganaderos, matuteras, arrieros, ¡cuántas familias vivían de aquello en una tierra empobrecida después de la Guerra de la Independencia y un siglo después por la Guerra Civil!


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